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Por qué caminar es tan beneficioso para los padres, las madres, los niños pequeños y las ciudades en que viven

El urbanismo y la gestión de las ciudades se han convertido en uno de los grandes desafíos de la humanidad, pero es difícil planificar teniendo en cuenta tanto las necesidades presentes de la ciudad como las futuras. ¿Qué parámetro utilizamos para saber si una ciudad responde a las exigencias de sus residentes hoy y si es probable que lo siga haciendo a largo plazo?

¿Por qué mejora el desarrollo de la primera infancia si se facilitan los desplazamientos a pie por la ciudad?

En 1950, el 30% de la población mundial vivía en ciudades, hoy la cifra asciende al 50% y en 2050 se prevé que casi 7 de cada 10 personas residan en entornos urbanos.

El urbanismo y la gestión de las ciudades se han convertido en uno de los grandes desafíos de la humanidad, pero es difícil planificar teniendo en cuenta tanto las necesidades presentes de la ciudad como las futuras. ¿Qué parámetro utilizamos para saber si una ciudad responde a las exigencias de sus residentes hoy y si es probable que lo siga haciendo a largo plazo?

La vida cotidiana de un niño pequeño nos da una respuesta.

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Existen pruebas contundentes de que los niños que pasan la gestación y sus primeros cinco años de vida en un entorno seguro y afectivo gozan en la edad adulta de mejor salud, una mayor capacidad de aprendizaje y mayores ingresos. Si diseñamos ciudades adecuadas para los niños pequeños de hoy, mejoramos de inmediato sus vidas y las de sus progenitores, profesores y médicos, y hacemos una inversión que contribuirá a crear urbes más seguras y prósperas durante los próximos 20 años.

Partiendo de esta idea, la Fundación Bernard van Leer ha lanzado recientemente Urban95, una iniciativa de cinco años que nos llevará a colaborar con una serie de ciudades de todo el mundo para que los responsables del urbanismo, el diseño y la gestión locales observen el entorno desde una altura de 95 cm (la estatura media de un niño sano de tres años) e incorporen a su trabajo diario las conclusiones que obtengan.

Uno de los asuntos que han surgido en los contactos con ciudades de distintos países (como la India, Israel o Brasil) es la facilidad para desplazarse a pie. Las autoridades locales quieren que los ciudadanos puedan ir andando a los centros de salud y de cuidado infantil, así como a los lugares de recreo; es decir, a los sitios que frecuentan las familias con hijos pequeños.

Como bien sabe toda mujer que haya estado embarazada, al igual que cualquier persona que haya tenido que montar en autobús con un carrito, haya pasado por trasbordos de metro con un grupo de niños pequeños o haya llegado tarde al trabajo o al colegio por culpa de un atasco, los desplazamientos pueden resultar incómodos y estresantes. En parte, estos problemas se pueden resolver si se mejora diseño, pero sería mucho mejor si las familias con niños pequeños pudieran moverse a pie y prescindir completamente del coche, el autobús y el metro.

Desde el punto de vista del desarrollo infantil, el hecho de caminar trae consigo una lluvia de posibles beneficios.

En primer lugar, caminar significa hacer ejercicio, tanto para los hijos como para los padres.

En segundo lugar, es gratis. Si una familia con problemas para llegar a fin de mes no tiene que pagar los billetes de autobús para ir al parque, ese momento de ocio dejará de ser un lastre para la economía doméstica.

En tercer lugar, desplazarse a pie puede suponer un ahorro de tiempo. Los padres y madres ya no tendrán que levantarse pronto para asegurarse de llegar al autobús o evitar el tráfico de las horas punta. Ese tiempo que se ahorran les permitirá dormir más, preparar un desayuno sano o aumentar las ocasiones para hablar y jugar, actividades que, junto con otras muchas igualmente importantes para el desarrollo infantil, se tienden a reducir o anular por completo si el tiempo escasea.

Por último (y quizá lo más importante), los desplazamientos a pie son previsibles. En la atareada vida de un padre o madre que duerme poco y tiene que hacer mil cosas a la vez, la previsibilidad no tiene precio. Eldar Shafir, profesor de psicología y relaciones públicas de la Universidad de Princeton, explica que «cuando un padre o madre puede ir a pie a un lugar determinado, sabe cuánto tiempo tardará en llegar. No tendrá que preocuparse del tráfico ni de los posibles cambios en el horario de los autobuses. La planificación se vuelve más sencilla y mucho menos estresante».

Según el Centro del Niño en Desarrollo de Harvard, para garantizar la buena crianza de los niños pequeños, es necesario contar con habilidades de base como la planificación y el autocontrol, algo que resulta mucho más complicado cuando reina el caos. Si las rutinas de los progenitores se vuelven más previsibles, estos podrán dedicar más energía a actividades que favorezcan el desarrollo sano de sus hijos, como charlar durante el desayuno, afrontar los llantos de los pequeños con paciencia o contar cuentos a los niños.

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Qué se puede hacer en las ciudades para que los niños se desplacen a pie

En los primeros seis meses de trabajo de Urban95, hemos observado que la mayoría de las iniciativas urbanísticas previas orientadas a la infancia se han concentrado en niños de mayor edad. De todas formas, estamos en contacto con expertos y colaboradores que aportan ideas de lo más innovadoras sobre cómo ayudar a las familias con hijos pequeños a desplazarse a pie.

Las ciudades ya están encontrando soluciones para situar los servicios que necesitan las familias a una distancia de sus casas que les permita llegar a pie. Por ejemplo, en la India, el gobierno estatal de Odisha exige que, en los nuevos proyectos de viviendas para familias de bajos ingresos, el 2% del terreno se destine a servicios comunitarios como la enseñanza preescolar y el cuidado infantil. En Hong Kong, se permite a los promotores inmobiliarios aumentar la ratio de superficie (ampliar el espacio comercial viable por edificio) si incluyen en el diseño pequeños parques para que los residentes tengan espacios verdes cerca. En Maranhao (Brasil), 17 ciudades utilizan casas privadas como lugar de encuentro para embarazadas y trabajadores sanitarios y se eligen lugares a una distancia que permita a los futuros progenitores llegar a pie. En consecuencia, se pierden menos consultas durante la gestación y los profesionales dedican más tiempo a ayudar a los progenitores a reflexionar sobre lo que pueden hacer (antes y después del nacimiento) para que sus hijos prosperen.

Por otro lado, las ciudades están mejorando la seguridad de las familias con niños pequeños durante los desplazamientos a pie. Por ejemplo, en Barcelona se están implantando las «supermanzanas», pequeñas zonas (por ejemplo, nueve manzanas con 5000 residentes) en torno a las cuales podrán circular los coches pero con estrictas limitaciones, lo que hará que los peatones se expongan a menos peligros. Asimismo, en Medellín (Colombia), se han creado rutas seguras para los niños en edad preescolar que viven en barrios con altos índices de violencia entre bandas. Ahora los pequeños van al colegio en grupo acompañados por adultos, y por el camino juegan y escuchan música.

También hay ciudades que registran indicadores útiles para las políticas basadas en la importancia de acercar los servicios a las familias con el fin de mejorar el desarrollo de la primera infancia. Por ejemplo, en la zona flamenca de Bélgica, el gobierno cuenta con un observatorio que recopila datos como el porcentaje de niños de entre 2 y 5 años que vive a una distancia máxima de 400 m de un centro de educación infantil y el porcentaje de menores de 11 años que vive a esa misma distancia de una zona de juegos.

El valor del hecho de caminar

Con un famoso ejemplo, el escritor estadounidense Kurt Vonnegut explicó por qué se empeñaba en ir andando a la oficina de correos a comprar un sobre siempre que lo necesitaba en lugar de comprar 100 de una vez y guardar 99 en el armario. Por el camino, se encontraba con mucha gente, saludaba a los bomberos al verlos pasar, preguntaba a una mujer por la raza de su perro y, en definitiva, «lo pasaba en grande». Además de ahorrar dinero, estrés y tiempo al desplazarse a pie, las familias también disfrutan otras ventajas que aporta de por sí el hecho de caminar.

Mientras pasean, padres e hijos pueden charlar, jugar, cantar y relacionarse con sus vecinos. Visto desde una altura de 95 cm, el hecho de desplazarse a pie brinda una sucesión potencialmente infinita de momentos para aprender cosas nuevas.


Nota de edición:
Este artículo se publicó inicialmente en la Stanford Social Innovation Review (SSIR), en la serie Preparing Today’s Youth for Tomorrow’s World (Cómo preparar a los jóvenes de hoy para el mundo de mañana), producida en colaboración con la SSIR y el Centro para la Educación Universal de la Brookings Institution.

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